Micoplasmosis

La micoplasmosis urogenital es una de las enfermedades de transmisión sexual más importantes de los últimos años. Los agentes responsables son Mycoplasma hominis y Mycoplasma genitalium, pequeñas bacterias intracelulares.

Estas bacterias no tienen pared celular, lo que las hace difíciles de detectar mediante diversos métodos de laboratorio como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), el cultivo en medios especiales y las pruebas serológicas. La micoplasmosis a menudo es asintomática mientras el sistema inmunológico humano se mantenga relativamente estable. Sin embargo, factores como el embarazo, el parto, el aborto, la hipotermia o el estrés pueden activar los micoplasmas y hacer que la enfermedad evolucione hacia una forma aguda.

Vías de transmisión de la micoplasmosis

La infección por micoplasmosis urogenital ocurre principalmente a través de relaciones sexuales. La transmisión doméstica a través de ropa interior, esponjas o toallas contaminadas también es posible. Además, existe la posibilidad de transmisión intrauterina e infección del bebé cuando pasa por el canal de parto de una madre infectada. Según estudios, la transmisión intrauterina ocurre en aproximadamente el 10 al 15 % de los casos y la infección al nacer en el 30 al 50 % de los casos, lo que la convierte en un problema importante para la prevención.

Complicaciones posibles

La micoplasmosis puede provocar diversas enfermedades y complicaciones, tales como: inflamación y lesiones de las mucosas del sistema urogenital, propagación de la infección a otros órganos a través de la sangre, disminución de la inmunidad y desarrollo de infecciones secundarias.

• pielonefritis ;
• prostatitis ;
• uretritis ;
• artritis ;
• sepsis ;
• meningitis ;
• neumonía ;
• INFECCIONES RESPIRATORIAS AGUDAS ;
• embarazo y anomalías fetales ;
• endometriosis postparto.

Micoplasmosis en la mujer

La micoplasmosis en la mujer puede ocurrir durante relaciones sexuales vaginales sin protección. Los micoplasmas infectan el epitelio de la vagina, el cuello del útero y el canal cervical.

El período de incubación dura de 15 a 20 días, pero en el 70 % de los casos, la infección es asintomática. De hecho, los micoplasmas tienen la capacidad de enmascarar el sistema inmunológico del huésped y no provocan una inflamación pronunciada en las primeras etapas de la enfermedad.

Síntomas característicos

La infección por Mycoplasma genitalium provoca un síndrome inflamatorio pélvico doloroso relacionado con la infección del tracto genital. Esto se traduce en:

• picazón, ardor y dolor en la uretra ;
• ligera secreción de moco, hinchazón de los pliegues en la zona de la uretra o entre el clítoris y la uretra ;
• Se observan secreciones vaginales, a veces sangrado después de las relaciones sexuales o entre períodos.
• sensación de pesadez y dolor en la parte baja de la espalda o en la parte baja del abdomen, a veces empeorando durante el período.

Si no se trata, esta infección puede ser la causa de infertilidad, abortos espontáneos, nacimientos prematuros e incluso muerte del feto. Al igual que en el hombre, puede ocurrir artritis reactiva.

En la mujer, la puerta de entrada de la infección es el tracto genital, y la infección puede propagarse a otros órganos del sistema reproductor.

La micoplasmosis en el hombre

En el hombre, la micoplasmosis comienza a manifestarse de 3 a 5 semanas después de la infección. La infección afecta primero la uretra, y luego la inflamación puede extenderse a otros órganos.

Síntomas característicos

La infección por Mycoplasma genitalium se traduce en uretritis con secreciones y sensaciones de ardor en el pene, al orinar o en reposo.

• ligeras secreciones periódicas de la uretra, a veces después de la micción o la defecación ;
• la picazón y el dolor de la uretra son raros ;
• doler recurrente en la pelvis, perineo, ingle, sacro y muslo ;

Esta infección puede complicarse con dolor y edema en los testículos (epididimitis), e incluso con artritis reactiva.

Tratamiento de la micoplasmosis

El tratamiento básico de la micoplasmosis se basa en los antibióticos a los que los micoplasmas son sensibles. Los más utilizados son los macrólidos (por ejemplo, azitromicina), las tetraciclinas (doxiciclina) y las fluoroquinolonas (levofloxacina). La elección del medicamento depende del tipo de patógeno, de la sensibilidad a los antibióticos y de las características del organismo del paciente. Para aumentar la eficacia del tratamiento, se pueden prescribir dos o tres antibióticos simultáneamente en combinación con inmunomoduladores y antiinflamatorios.

La terapia a menudo incluye los siguientes pasos:

1. Prescripción de agentes antiparasitarios para preparar el organismo.
2. Un tratamiento antibiótico para suprimir la infección.
3. Medicamentos antifúngicos para la prevención y el tratamiento de complicaciones fúngicas.

Un enfoque integral del tratamiento permite minimizar los riesgos de recaída y evitar las complicaciones asociadas con la micoplasmosis.

Micoplasmosis y embarazo

El embarazo en el ciclo natural

La micoplasmosis durante el embarazo puede provocar graves complicaciones, incluidas anomalías placentarias, parto prematuro, infección del feto e infecciones posparto en la madre. Se recomienda realizar un cribado de micoplasmas antes de planificar un embarazo para minimizar los riesgos. Si se detecta una infección, es necesario seguir un tratamiento antibiótico seguro durante el embarazo, bajo la supervisión de un médico.

FIV y micoplasmosis

Durante una fertilización in vitro (FIV), la presencia de micoplasmosis puede reducir las posibilidades de éxito de la implantación del embrión y aumentar el riesgo de complicaciones infecciosas. Antes de iniciar un protocolo de FIV, es obligatorio realizar un cribado de infecciones, incluida la micoplasmosis. Si se detecta una infección, el tratamiento debe completarse antes de la estimulación ovárica para garantizar condiciones óptimas para la concepción y el embarazo.

Prevención de la micoplasmosis

Para reducir el riesgo de contraer micoplasmosis, es importante seguir las siguientes recomendaciones:

• el uso de métodos anticonceptivos de barrera (preservativos) ;
• controles médicos regulares, especialmente antes de planificar un embarazo ;
• cumplimiento de las normas de higiene personal ;
• evitar relaciones sexuales ocasionales ;
• tratamiento oportuno de infecciones genitourinarias.

Las medidas preventivas y la consulta rápida con un médico permiten evitar complicaciones y preservar la salud reproductiva.