Desde la concepción hasta la implantación: El desarrollo embrionario en FIV

Introducción al desarrollo embrionario en FIV
El desarrollo embrionario en la FIV es un recorrido fascinante que comienza cuando el óvulo es fecundado y culmina con la implantación en el útero de la futura mamá. Este complejo proceso se desarrolla a lo largo de varios días, y cada etapa desempeña un papel fundamental en el camino hacia un embarazo exitoso. En la FIV, este proceso tiene lugar dentro del ambiente controlado de un laboratorio equipado con la última tecnología Embryoscope que permite monitorizar cada uno de los pasos del maravilloso desarrollo de una nueva vida.

Día 1 - Fecundación y formación de cigoto
La Fecundación in Vitro (FIV) comienza precisamente con la unión de un espermatozoide y un óvulo, en un microscopio especialmente diseñado para ello, y muy a menudo mediante la técnica ICSI (inyección intracitoplasmática de espermatozoides). La ICSI implica la inyección directa de un solo espermatozoide en el óvulo, mejora las posibilidades de fertilización, especialmente en casos de infertilidad masculina. El resultado de esta fertilización se llama cigoto. En esa fase es cuando tiene lugar la fusión entre el material genético de ambos padres, experimenta la primera de una serie de divisiones celulares que sienta las bases para todas las etapas de desarrollo posteriores.

Día 2: División celular temprana y desarrollo embrionario
El segundo día, el cigoto ya se ha dividido de 2 células para pasar a convertirse en un embrión de 4 células. Esta fase crucial de la división celular temprana es indicativa de la salud del embrión y su potencial para su desarrollo. La calidad del embrión en esta etapa se controla con especial atención, ya que proporciona pistas vitales sobre su viabilidad y las posibilidades de una implantación exitosa más adelante en el proceso de FIV.

Día 3: División celular continua y fase de mórula
El tercer día, el embrión ya suele haber alcanzado las 8 células, y comenzado su transición hacia la denominada fase de mórula: Una bola apretada de células. Esta etapa es fundamental ya que muestra la capacidad del embrión para experimentar una compactación celular exitosa, y que es otro indicador clave de la salud del embrión.

Día 4: Transición a Blastocisto
Alrededor del cuarto día, el embrión se convierte en lo que llamamos blastocisto. Esta etapa está marcada por la formación de una cavidad llena de líquido, por la segregación de células en la masa celular interna (destinada a convertirse en el feto) y el trofectodermo (futura placenta). 

Día 5: Maduración del blastocisto y preparación para la transferencia
El quinto día, el blastocisto ha alcanzado su etapa final de maduración dentro del laboratorio de FIV. En este punto, el embrión está preparado para su transferencia al útero de la futura mamá. El blastocisto ha salido de su capa protectora, y ahora está listo para implantarse de forma natural en la pared del útero llamada endometrio. Este proceso se lleva a cabo en FIV mediante lo que llamamos una transferencia embrionaria.

Día 6: Post-Transferencia e Implantación Temprana
Tras la transferencia del blastocisto del quinto día, comienza el proceso de implantación. El sexto día, el blastocisto comienza a adherirse a la pared uterina, un proceso complejo y vital para la continuación del embarazo, marcando el comienzo de la integración del embrión en el entorno materno, y preparando el escenario para el desarrollo fetal.

La importancia de las etapas de desarrollo embrionario
En NatuVitro disponemos de la tecnología más adecuada para ser capaces de monitorizar cada una de estas etapa, y la experiencia para poder interpretarlas correctamente. De esta forma podemos aumentar las probabilidades de éxito de cada uno de los tratamientos de FIV que llevamos a cabo.

La excelencia de NatuVitro en FIV
Fruto de nuestra experiencia en NatuVitro, hemos diseñado uno de los laboratorios más avanzados de Europa, y el primero de España en haber recibido la certificación “Libre de Componentes Orgánicos Volátiles” unas sustancias microscópicas que han demostrado ser nocivas para las delicadas células con las que trabajamos a diario.  

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